Hace tiempo que no escribo una entrada a colación de un documental y no porque no haya visto ninguno –últimamente he visto unos cuantos– sino porque no me han dado pie a ello; pero acabo de ver uno que entraña una historia lo suficientemente curiosa a la vez que desconocida e interesante como para contárosla.
El documental en cuestión se llama Bajarse del mundo y cuenta la experiencia de diferentes personas que un día decidieron cambiar su modo de vida radicalmente porque no les gustaba como era hasta entonces. Así, podemos ver como un vasco se construyó su propio barco y se fue a navegar por el mundo con su mujer y sus dos hijos durante 17 años. Conocieron muchísimos países y vivieron de diferentes trabajos que realizaban y de compraventa de productos. También narra la historia de diferentes personas que se trasladan a vivir al campo de forma más o menos apartada y cambian la oficina, el coche y las prisas por el huerto, los animales y la tranquilidad. Algunas de estas personas lo hacen "a título personal" pero otras han formado comunidades llamadas ecoaldeas donde todos comparten la misma filosofía de vida y trabajan para sí mismos y para los demás.
No hay que exprimirse el cerebro para adivinar los motivos que pueden llevar a una persona a dar un cambio tan radical en su vida. Se trabaja muchas horas para ganar cierta cantidad de dinero que permite comprar cosas que, en su mayoría, no son necesarias. Y todas esas horas en las que se está fuera de casa impiden a la persona estar con su pareja y sus hijos que es lo que realmente quiere. Así que está claro que aquí algo falla.
El documental incluía un quinto testimonio, que es el que quería contar. Es un poco diferente de los anteriores porque su forma de "bajarse del mundo" no es apartándose de él y creándose una vida a medida, lo que tiene de especial es que se trata de una persona que renunció al dinero.
Se trata de una alemana llamada Heidemarie Schwemer que puso su idea en marcha con un programa de trueque en Dortmund. Era un punto de encuentro para el intercambio de oficios: tú me cortas el pelo y yo te desatasco el fregadero y el dinero se queda al margen. Parece que a Heidemarie le gustó como funcionó la cosa porque un año después (cuando tenía 54) dejó su trabajo, regaló su coche, canceló sus cuentas bancarias y se deshizo de todo su dinero. Vive a cambio de trueques y de favores mutuos y por sus manos no pasa ni un euro. Lo que la llevó a hacer esto fue darse cuenta de que en este mundo impera la máxima "tanto tienes, tanto vales" y para ella eso no es cierto. En su mundo es importante lo que cada uno sepa hacer y por eso todos son igual de importantes. Además, también valora la cuestión de la cantidad de horas dedicadas al trabajo. Ella considera que de este modo, se trabaja lo justo y necesario para conseguir aquello que necesitas, no hay que pasarse horas y horas en un trabajo que no te reporta satisfacción alguna solo para ganar un dinero que se gastará en cosas innecesarias.
Heidemarie escribió un libro contando su experiencia que se llama "mi vida sin dinero". El dinero que ganó en un primer momento con la publicación lo donó y ahora pide que se lo retribuyan en servicios.
es curioso, pero yo no creo q pudiera vivir asi, sin poder comprar y comprar, el capitalismo es lo mejor q hay comprar y comprar y llenar las casas mientras se vacian las carteras!!! jajaja
ResponderEliminarYo ya habia visto casos de esos. Yo creo que esta bien lo de "bajarse del mundo" y retirarse de alguna manera pero tb pienso que el dinero es necesario en el mundo que vivimos. Otra cosa es que vivas solo para tener dinero y más y más.
ResponderEliminarHe dicho.