La campaña para las elecciones municipales y autonómicas arrancó el pasado día seis a las 00:00 horas, es decir, el día cinco por la noche. Y esta es una de las razones –entre otras– por las que este blog parece un barco sin patrón. Aunque la campaña electoral sea una piedra en el zapato de ESCALERAS Y TOBOGANES, vamos a sacar beneficio de ella al menos para esta entrada.
Las campañas electorales son épocas cuanto menos curiosas en las que la experiencia no tiene nada que ver si se viven desde fuera o desde dentro. Al contrario de lo que parece, solo duran un par de semanas. Digo al contrario de lo que parece porque, evidentemente, los partidos saben lo que se juegan y semanas antes de la campaña propiamente dicha, ya se ponen las pilas y empiezan con la actividad frenética.
Frenética. Si tuviera que elegir una sola palabra con la que definir una campaña electoral, elegiría esa. Y es que a las agendas de los candidatos hay que añadirlas post-its con los actos porque las páginas de la misma se quedan pequeñas para escribir todo lo que tienen que hacer en un día. Pero no solo de candidatos se alimenta la campaña. Allí se moviliza hasta el apuntador, sobre todo en la municipales y autonómicas porque, por ejemplo, en las europeas parece que la cosa nos caen más de refilón y no es lo mismo, pero ahora, cada par de manos es bienvenido.
A parte de los actos y las apariciones en prensa, lo que es muy representativo de este momento es el tema de la cartelería y el resto de propaganda política que vemos por las calles. Es de suma importancia que el candidato sea conocido por el electorado y para eso, algunos se meten en una lucha por conseguir poner su cara en cada metro cuadrado posible de la ciudad.
Todo el mundo es consciente de que los partidos políticos hacen un esfuerzo muy grande en estas dos semanas, tanto económico como de trabajo y yo me pregunto cuánta gente decide el voto en estos días. ¿Qué vamos a ganar por poner nuestro anuncio en veintinco vallas publicitarias en vez de en siete? No sé hasta qué punto el esfuerzo invertido en quince días tiene una recompensa tangible, pero lo que sí sé es que aunque en la campaña electoral no se consiga convencer a nadie más, los partidos no pueden darse el lujo de dejar de hacer lo que hacen estos días.
Desde el punto de vista de una militante sin aspiraciones políticas, os puedo contar que la campaña se vive de una manera muy ilusionante –incluso cuando las encuestas no son favorables y tu partido no está bien valorado– porque realmente crees en unas ideas y quien cree en unas días se gusta de transmitirlas y luchar por ellas. Además, muchos de los compañeros son también amigos y durante la campaña los ves más a menudo de lo habitual, lo cual siempre es un aliciente. Se viven momentos inolvidables de anécdotas curiosas, bromas y risas mientras se pegan carteles de madrugada o se viaja por carreteras secundarias a un pueblo perdido a pedir el voto.
Os contaría mucho más pero es una experiencia para vivirla, no para contarla y ahora os tengo que dejar, que me voy a un mitin.
Pues que sepas que los del pP tienen un montón de carteles repartidos por todos los sitios y del PSOE el único que he visto es el que esta delante de la rotonda de casa.
ResponderEliminarHe dicho.
Sugerencia cinematográfica: EL DISPUTADO VOTO DEL SR. CAYO (también disponible en libro).
ResponderEliminarA por ellos!!
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