Niñas modelos.

       La semana pasada se desataba la polémica por la aparición de niñas de siete años en un número de la revista vogue en la edición francesa . Las menores salían vestidas, maquilladas y posando como si fueran modelos adultas.

      La responsable de esta publicación, la periodista jefa Carine Roitfeld, fue despedida por las duras críticas que ha suscitado dicho artículo, dado que, se ha llegado a decir que incitaba a la pederastia y muchos de los anunciantes amenazaron con dejar de trabajar con esta firma.

Una de las fotos que salió en el reportaje.

Pero, ¿realmente esto es una excepción? ¿No se está tratando a las niñas como objetos hoy en día? ¿Qué valores estamos inculcando a las nuevas generaciones?

        En Estados Unidos, los concursos de belleza infantiles están a la orden del día, se han convertido en un negocio que mueve cuatro mil millones de euros al año. Tal es su éxito que esta práctica se ha extendido ya a Latinoamérica y vaticino que no tardará mucho en llegar a Europa. Pero no os penséis que unos bienintencionados u orgullosos papás (bueno, sobretodo, mamás) un buen día deciden apuntar a su hija a un concurso de belleza, la ponen un vestido mono, la instan a dar un par de vueltas por la pasarela y que gane la mejor, o la más guapa. No, no. Nada más lejos de la realidad. Están todo el año preparándose para los certámenes, cada niña suele participar en cuatro o cinco al año para lo que se desplaza por la geografía del país. Ensayan todos los días coreografías y desfiles. Hacen dietas y ejercicios tonificantes. Sus madres las maquillan, las depilan, las broncean, las ponen extensiones o pelucas, pestañas postizas, uñas postizas, fundas en los dientes y vestidos de princesitas mientras que las animan a que no dejen de sonreír.

¿Qué mensaje les están transmitiendo a sus hijas? ¿Qué principios les están inculcando? ¿Qué están aprendiendo los niños? Pues sencillamente, lo que están aprendiendo es que solo cuenta el físico, aprenderán que una persona vale tanto como sea de guapa, atractiva y las posesiones que tenga. Es decir, personas frívolas y superficiales. Personas obsesionadas con su imagen y con la cabeza sin amueblar, no ha habido tiempo para eso.

        Tampoco hace falta cruzar el ‘charco’ para analizar esta situación. Aquí también estamos perdiendo el oremus. A fin de cuentas, vivimos en un mundo globalizado y todo se contagia, especialmente, lo malo. Yo ya he visto en algún centro comercial lo que han llamado la pasarela baby. Los mensajes que se están lanzando desde los medios de comunicación y publicidad van en la misma dirección. Las consecuencias que esto trae no son un vaticinio, ya son una realidad. El número de intervenciones de estética se ha disparado en los últimos tiempos y no sorprende el aumento de la incidencia de enfermedades mentales como la anorexia y la bulimia u otros trastornos de la conducta.

        Es queja constante de los adultos el que los jóvenes de hoy en día han perdido valores o no tienen valores. Pues bien, tengo que decir que los valores no son algo que flota por el ambiente como si fuera un virus o como si fuera polen que desprenden las flores y que las abejas ‘amablemente’ depositan en otras plantas. Los valores se enseñan y se aprenden, se trasmiten en el día a día y con los actos más que con las palabras. Así que, si me hacen el favor, dejen de llevar a sus hijos a desfiles de moda y llévenlos a las bibliotecas.