Hace ya unos cuantos años, pasé unos
días de verano en un pueblecito de Zamora llamado San Martín de Castañeda situado
cerca del lago de Sanabria. Durante mi estancia allí, conocí la tragedia que
ocurrió en un pueblo vecino, Ribadelago, la madrugada del 9 de enero de 1959.
Lago de Sanabria |
Poneos en situación: pueblo castellano de
500 habitantes en 1959, madrugada del 9 de enero con una temperatura de -18º. Alertados
por un gran estruendo, los vecinos salieron de sus casas. Los más afortunados,
pudieron salvar sus vidas. El resto, sucumbió bajo una ola de nueve metros de
agua, barro, hielo y rocas. ¿Qué ocurrió?
Ocho kilómetros más arriba de
Ribadelago, se encontraba la presa de Vega de Tera. Una presa que retenía un
embalse al límite de su capacidad. Se decidió abrir una compuerta para ir
liberando agua pero estaba helada y solo se consiguió abrir unos 25
centímetros. La presa, construida con materiales de baja calidad y con ciertas
deficiencias, no soportó más la presión y se abrió un boquete de 140 metros por
el que salieron ocho millones de metros cúbicos de agua en unos pocos segundos.
Esta superlativa masa de agua se convirtió en una ola gigantesca debido a la
estrechez propia que presentaba el cañón. El agua, junto con todo lo que
arrastró a su paso, alcanzó el pueblo de Ribadelago en cuestión de minutos,
llevándose por delante la vida de más de un cuarto de la población. La ola se
frenó a su paso por el lago de Sanabria, lo que evitó que otros pueblos
cercanos corrieran la misma suerte que Ribadelago.
Se perdieron un 60% de las casas, un
75% del ganado y las pérdidas se cifraron en más de 87 millones de pesetas de
entonces aunque en esa cifra no se incluyeron los costes de reparación de
tierras ni de limpieza de escombros.
Las ayudas desinteresadas y las
indemnizaciones institucionales permitieron reconstruir un pueblo nuevo junto
al devastado, llamado Ribadelago de Franco (actualmente, Ribadelago Nuevo). Se
construyó en una zona sombría y alejada de los pastizales y tierras de cultivo
pero en un emplazamiento más seguro ante posibles catástrofes. Las familias
fueron indemnizadas con 95.000 pesetas por la pérdida de varón, 80.000 por la
de mujer y 25.000 por menor de 15 años.
Por su parte, los responsables de lo
sucedido se limitaron a pagar una multa. La empresa constructora fue condenada
a pagar algo menos de 20 millones de pesetas, mientras que a dos ingenieros y
un perito les cayó una sentencia de un año de cárcel por un delito de
imprudencia temeraria. Recurrieron dicha sentencia y no pisaron la prisión.
Hasta aquí, toda la justicia que se hizo sobre este caso.
La presa se abandonó después
del desastre y tal cual quedó, se la puede ver hoy en día.
Fijate tu, habrian pagado 95.000 ptas por mi!! q honor!!! jajaja
ResponderEliminarPos cuando has estado tu allis si no se nada yo.Nonimos
ResponderEliminarNo es el único caso en España, mira la de la presa de Alnazcollar que tenia residuos de una mina.
ResponderEliminarHe dicho.