sábado, 19 de noviembre de 2016

Margarita Landi

Siempre he escuchado referencias a El caso y por eso sabía que se trataba de un periódico de sucesos pero nada más. No fue hasta hace unos meses, gracias a la serie estrenada por Televisión Española, que he conocido algo más acerca de este semanario. En concreto, una de sus reporteras, Margarita Landi, me parece digna de reconocimiento.

Para contextualizar un poco, comenzamos con unos datos sobre El caso. Como adelantaba, fue una publicación de sucesos que salía con periodicidad semanal, en sus páginas se narraban las sórdidas historias de nuestro país: asesinatos, robos, secuestros, desapariciones… también historias paranormales y esoterismos varios esquivando la censura. El primer número se lanzó en 1952, fue una tirada de once mil quinientos ejemplares, que se convirtieron en doscientos mil solo dos años después. El récord estuvo en cuatrocientos mil periódicos cuando publicaron la crónica de uno de los casos con mayor repercusión, los crímenes de Jarabo en 1958. Ningún periódico español había alcanzado esa cifra de ventas.

Una de las cronistas de esta publicación fue Margarita Landi. Se subió al barco dos años después de su apertura y le dedicó veintiséis años de su vida, aunque acabó en ella por uno de esos caprichos del destino.

   En realidad, Margarita había estudiado enfermería pero nunca pudo ejercer porque consiguió su título durante la II República y, por lo tanto, fue revocado por la Ley de Responsabilidades Políticas de 1940, de modo que intentó buscarse las alubias por otro lado. Como en su familia había antecedentes en el mundo del periodismo, envió cartas de recomendación a diferentes publicaciones pero obtuvo la negativa por respuesta, principalmente porque en esa época y en ese mundo solo se concebía que una mujer se postulase para un puesto de secretaria. Con tesón e insistencia acabó metiendo un pie en el sector creando crucigramas y posteriormente como cronista de alta sociedad y moda.

Hasta que recaló en El Caso y se forjó su imagen característica. La periodista de sucesos rubia, con la eterna pipa en la boca, su pistola y su coche descapotable con el que conseguía llegar antes que la policía a las escenas de los crímenes.

Se dice que tenía muy buena intuición y que se le dio bien aquello de deducir, sacar información a los testigos y resolver intrigas. Se llegó a diplomar en criminología. Tenía buena sintonía con la policía, le dejaban presenciar interrogatorios y le dieron el sobrenombre de subinspector Pedrito. Se dice que sus crónicas eran asépticas sin caer en detalles morbosos.

Tras el cierre de El caso, continuó publicando con otras firmas y también colaboró en diferentes programas de televisión donde contaba su experiencia con los casos más sonados.

Hoy es el nonagésimo octavo aniversario de su nacimiento.

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