Quién lo iba a decir. Yo ya consideraba
este blog como una experiencia con fecha de caducidad vencida, pero miren por dónde, un
año después me ha vuelto a picar el gusanillo de publicar algo; ¿la causa? El
burkini. Tanta polémica ha suscitado como para estar en el menú de toda tertulia
veraniega que se precie y, finalmente, a mí también me ha apetecido opinar,
allá vamos.
En primer lugar he de decir que me
parece triste. Triste el hecho de que los focos estén proyectados sobre una
prenda para ir a la playa, como si todos los problemas de igualdad se redujesen
(y se solucionasen) con el atuendo que una mujer decide ponerse para bañarse en
el mar. Reconozco que tampoco me sorprende, en este país somos expertos en ver
correr ríos de tinta sobre las noticias más frívolas e insignificantes mientras
nadie se hace eco de los asuntos verdaderamente trascendentales.
Les propongo hacer un ejercicio. Imaginen
lo siguiente. Un día cualquiera soleado y caluroso de agosto. Una playa de
Alicante, está abarrotada. ¿Cómo se imaginan a la gente que está ahí? ¿Qué
llevan puesto los bañistas? A ver si coincidimos. Los hombres, torso desnudo y
bañador tipo bermuda. Las mujeres, bikini dos piezas. Qué coincidencia, ¿no?
Quiero decir, si en Occidente somos taaaaaaan libres para elegir lo que nos
queremos poner, ¿por qué todos vamos iguales? ¿Por qué nadie lleva traje de
baño tipo años 20 que era una especie de mono con tirantes y hasta los muslos?
¿Por qué nadie va… qué sé yo… con el traje de Superman? Podríamos aprovechar
nuestra amplia libertad para ir cada uno a su manera, pero vamos todos cortados
por el mismo patrón, qué raro, ¿no?
A lo mejor no es tan raro. A lo
mejor es que no tiene nada que ver con la libertad. Abramos los ojos. No estamos
hablando de libertad. Estamos hablando de costumbres sociales, presión social, aprendizajes,
entorno, cultura, roles. Lo mismo que pasa aquí pasa en Oriente, solo que esas
costumbres y esa cultura son diferentes a las nuestras. Lo que aquí ha
evolucionado en enseñar carne allí ha evolucionado en taparla. No creo que haya
que hacer un problema de eso.
Les estoy oyendo pensar. No me
rebatan diciendo que el problema es que allí esa cultura y esas costumbres son
machistas porque… ¡Buenos días! Nuestra cultura también lo es.
No se va a solucionar absolutamente
nada prohibiendo el burkini como ha ocurrido en algunas playas de Francia. La
imagen de unos policías obligando a una mujer a quitarse ropa en una playa de
Niza es lo más humillante que he visto en años. Con este tipo de medidas lo
único que se va a conseguir es que las mujeres que lo usan se queden en su
casa. Flaco favor les hacen los libertadores occidentales.
En mi opinión, no supone ningún
problema que quien quiera vaya medio desnudo a la playa o cubierto. No debería
estar en el candelero, no debería suscitar polémica, no debería ocupar minutos
en televisión y mucho menos es necesario legislar al respecto. Solo se puede
hacer una única cosa con el burkini: respetarlo.
Lo que sí supone un problema y muy
grande es la desigualdad de género. Pero no nos confundamos. No solo existe en
las sociedades islamistas. Lo tenemos en casa, pero siempre es más cómodo
pensar que el opresor es un tío que vive en el desierto de Pakistán con 50
centímetros de barba y que lapidó a su mujer mientras que aquí todo es guay
porque a fin de cuentas aquí las mujeres votan, trabajan fuera de casa, van a
la universidad y todo eso. Ya.
Pues un consejito gratis para
terminar. Si tan preocupados están por la igualdad de la mujer, empiecen por su
casa.
Y además este tipo de cosas lo que hace es generar mas odio y diferencias.
ResponderEliminarPoool.