domingo, 8 de marzo de 2015

Día Internacional de la Mujer

Hoy, 8 de marzo es el día internacional de la mujer. No sé si es cosa mía pero tengo la impresión de que hace años este día pasaba sin pena ni gloria pero de un tiempo a esta parte se le da mucho bombo. De hecho, creo que podíamos sustituir la palabra “día” por “semana” de la mujer porque los actos se suceden desde hace varias jornadas.

Con esta entrada quiero celebrar, a mí modo particular, este día, y lo quiero hacer alejándome de grandes discursos por el motivo que luego os explicaré; pero el hecho de ponerme a escribir me ha hecho preguntarme por qué el 8 de marzo, dónde está el origen de esta reivindicación. Así que si me permitís, muy brevemente, vamos a hacer un repaso histórico.

Los antecedentes del Día Internacional de la Mujer se sitúan en Estados Unidos. En 1909 se celebró en Nueva York un “día nacional de la mujer” organizado por mujeres socialistas como forma de apoyar a las trabajadoras del sector textil. Un año después, en la II conferencia internacional de mujeres socialistas que se celebró en Copenhague, se abogó por contar con un Día Internacional de la Mujer, fijándolo el 8 de marzo.

Cómo os decía anteriormente, no quiero entrar a relatar grandes proezas, que por supuesto ahí están y se merecen todo y mi respeto y admiración, y por qué no decirlo también, mi envidia. Pero creo firmemente que la clave para avanzar en esta materia está en lo poco o mucho que cada uno pueda, podamos, hacer en nuestro entorno y es por este motivo, por el que la forma en la que quiero celebrar este día es contándoos una pequeña gran historia como tantas otras.

El mes pasado, leí un libro titulado “Escuela de belleza de Kabul” que relata las vivencias de Deborah Rodríguez en Afganistán. Deborah es una mujer estadounidense, peluquera, que en el año 2001 decidió viajar a Afganistán con la ONG de la que era miembro.

Conocéis la situación de Afganistán, un país en conflicto permanente. La mayoría de los compañeros que viajaban con Deborah (“Debbie”) era personal sanitario, y para ellos era muy fácil saber qué tenían qué hacer y cómo podían ayudar. Sin embargo, la protagonista de nuestra historia estuvo días perdida y sintiéndose poco útil, hasta que se le ocurrió que podía colaborar haciendo lo que mejor sabía hacer: poner en práctica sus conocimientos profesionales.

Debbie acabó montando una escuela de belleza para enseñar a las mujeres afganas peluquería para que a la postre, pudiesen tener una profesión y ser independientes.


Os podéis imaginar la magnitud de esta obra. No olvidemos que Afganistán es uno de los países donde es más difícil ser mujer. Dependen de los hombres, apenas se les da oportunidades de formación, sus derechos brillan por su ausencia, sus opiniones no valen nada… Bien, pues gracias a esta escuela de belleza, algunas mujeres pudieron formarse, aprender un oficio, abrir su propio negocio y ganar su propio dinero.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado este pots. yo creo que no se hace más que otros años sino que igual te has enterado de más actos.
    El origen ya le conocía y el librk le tengo para leer. ya te contare mi opinion.
    He dicho.

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  2. El próximo libro que voy a leer.
    He dicho.

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