¿Os
habéis enterado? Ayer murió Emilio Botín, el del Banco Santander. Creo que
sabéis de quién os hablo. A mí, la verdad, la muerte de este señor me deja
totalmente indiferente, ni frío ni calor. Si me preguntáis mi opinión, creo que
el mundo será un sitio mejor sin él, pero sin más, tampoco voy a hacer una
fiesta.
Por
esto de la indiferencia que os comento, no pensaba escribir una entrada con
este tema pero he visto algunos comentarios al respecto que me han revuelto el cola-cao, de modo que tengo que escribir
para que no se me haga úlcera. Así que eso, no voy a opinar de la vida ni de
la muerte del banquero, que me traen al pairo, voy a opinar de las opiniones.
Emilio
Botín era una persona humana y como tal habrá tenido sus cosas buenas, sus
cosas malas, luces y sombras, defectos y virtudes, etcétera. Creo que hasta
aquí podemos estar todos de acuerdo. Bien. Pero, ¿justificar sus desmanes?
¿Loarle? ¿Que siente mal que otras personas no se sumen a la tradición no
escrita de solo hablar bien de los muertos? Parece que hay gente que espera que
hasta los desahuciados por su banco le lloren.
Qué
queréis que os diga, pero morir y convertirte en santo no es todo uno. Me
parece de justicia que se recuerde lo que especuló, lo que desfalcó, los hilos
que movió en su propio interés y beneficio, su prepotencia y su contribución a
hacer un mundo más injusto y menos igualitario. También se pueden recordar las
becas y la tecnología que donó a Valdecilla, por supuesto pero, ¿Sabéis a qué
me recuerda eso? A la película “Los santos inocentes” en la que el pueblo se
ponía en fila delante del terrateniente de turno para que le diera la
calderilla que le sobraba.
Amigos,
amigas. Lo que era Emilio Botín se puede definir con una palabra: cacique. Un
señor con una millonada en el extranjero para no pagar impuestos y, cuando le
apetecía, concedía alguna beca a dedo. Muy bien, pues es que si la gente como
él tributase lo que tiene que tributar, no harían falta tanta fundación ni tanta
donación altruista. Pero claro, de cara a la galería queda mucho mejor que
pagar al fisco.
Resumiendo,
que no voy a quitar yo a nadie de ensalzar a este señor, pero creo que en la
cola de méritos tiene delante a mucha gente anónima que ha hecho mucho más que
él con muchos menos recursos y que, la mayoría de las veces, no escucha ni un
“gracias”.
Emilio
Botín, tanta paz lleves como descanso dejas.
Ídem
ResponderEliminar