jueves, 11 de septiembre de 2014

Pésames y pesares



   ¿Os habéis enterado? Ayer murió Emilio Botín, el del Banco Santander. Creo que sabéis de quién os hablo. A mí, la verdad, la muerte de este señor me deja totalmente indiferente, ni frío ni calor. Si me preguntáis mi opinión, creo que el mundo será un sitio mejor sin él, pero sin más, tampoco voy a hacer una fiesta.
       
   Por esto de la indiferencia que os comento, no pensaba escribir una entrada con este tema pero he visto algunos comentarios al respecto que me han revuelto el cola-cao, de modo que tengo que escribir para que no se me haga úlcera. Así que eso, no voy a opinar de la vida ni de la muerte del banquero, que me traen al pairo, voy a opinar de las opiniones.

   Emilio Botín era una persona humana y como tal habrá tenido sus cosas buenas, sus cosas malas, luces y sombras, defectos y virtudes, etcétera. Creo que hasta aquí podemos estar todos de acuerdo. Bien. Pero, ¿justificar sus desmanes? ¿Loarle? ¿Que siente mal que otras personas no se sumen a la tradición no escrita de solo hablar bien de los muertos? Parece que hay gente que espera que hasta los desahuciados por su banco le lloren.

    Qué queréis que os diga, pero morir y convertirte en santo no es todo uno. Me parece de justicia que se recuerde lo que especuló, lo que desfalcó, los hilos que movió en su propio interés y beneficio, su prepotencia y su contribución a hacer un mundo más injusto y menos igualitario. También se pueden recordar las becas y la tecnología que donó a Valdecilla, por supuesto pero, ¿Sabéis a qué me recuerda eso? A la película “Los santos inocentes” en la que el pueblo se ponía en fila delante del terrateniente de turno para que le diera la calderilla que le sobraba.

   Amigos, amigas. Lo que era Emilio Botín se puede definir con una palabra: cacique. Un señor con una millonada en el extranjero para no pagar impuestos y, cuando le apetecía, concedía alguna beca a dedo. Muy bien, pues es que si la gente como él tributase lo que tiene que tributar, no harían falta tanta fundación ni tanta donación altruista. Pero claro, de cara a la galería queda mucho mejor que pagar al fisco.

   Resumiendo, que no voy a quitar yo a nadie de ensalzar a este señor, pero creo que en la cola de méritos tiene delante a mucha gente anónima que ha hecho mucho más que él con muchos menos recursos y que, la mayoría de las veces, no escucha ni un “gracias”.

     Emilio Botín, tanta paz lleves como descanso dejas.
       

1 comentario:

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